A veces la vida te sonríe

Y es en ese momento cuando hay que relajarse y dejarse llevar, que los malos vientos siempre están esperando a la vuelta de la esquina.

Después de muchas semanas viviendo a la carrera, en un sprint continuo, exhausto por la cantidad de cuestiones laborales y personales que han apretado mi agenda, este fin de semana ha sido un auténtico oasis en medio del desierto.

Como dice a menudo Aída, «qué bonito es vivir!«

Un año más y 20 kilos menos

Bueno, 19 para ser exactos. Hay muy pocas cosas que un tauro no pueda conseguir.

Así da gusto cumplir años.

Anarquía es el presente

Es lo que he escuchado esta mañana gritar media docena de veces a una quinceañera a la salida del instituto (bien vestida con unas zapatillas D&G y una mochila Roxy, eso sí). Me he reído pensando lo estúpidos que somos en la edad del pavo, pero….

… ¿y si la chavala tuviera razón?

«Cualquier noche puede salir el sol»

Ahí lo llevas.

Zapatos de gamuza azul

No me pises más,
mis zapatos de gamuza azul.
No me pises más,
Mis zapatos de gamuza azul.

Estaba volviendo esta tarde del dentista, aún dolorido y ciertamente cansado de un viaje en metro de una hora y dos transbordos, cuando al llegar al último pasillo he empezado a escuchar a alguien cantando. Era un hombre de cincuenta y tantos años, con guitarra española en las manos, tocando la versión traducida de «Blue suede shoes».

Su manera de tocar no era nada profesional, ni siquiera amateur. Nada de micrófonos y voz de conservatorio. Nada de un amplificador en un carrito. Nada de eso. Él trataba de rasgar las cuerdas de su guitarra con la intención de obtener sonidos más o menos acordes y, al mismo tiempo, golpeaba la caja para hacerse los acompañamientos.

Nada de buena chaqueta de cuero, gafas de sol y pose de estrella. No. Allí estaba él, con vaqueros bien subidos, polo verde y una cazadora marrón.

Pero muchos huevos, eso sí.

Mientras iba caminando escuché su acelerada y semi-angustiosa voz repetir la estrofa un par de veces más, silenciándose poco a poco unos pasos atrás. Y en ese instante no pude dejar de imaginar que, a lo mejor, hace apenas unos días, su jefe, un engominado veinteañero ya subdirector de una de las muchas empresas grises y absurdas que hay, le firmó su finiquito y con un cínico apretón de manos le mandó al paro. La crisis, dicen.

Frente a otros, daba la impresión que él no deseaba estar allí. No quería estar allí. Él no era como esos otros divos que van al metro con la falsa ilusión de que una mañana un príncipe musical venga en su caballo blanco y les ofrezca producir un disco que les haga sonar en los 40principales. Él no estaba esperando poder dar una entrevista contando su humilde historia de músico callejero. Tengo la impresión de que no, que él no.

Él cantaba con voz seca, dura. Él cantaba con la voz del que sabe que la nevera sigue vacía y que hay que salir a pelear el plato de sopa. Con la voz del que ha cogido la guitarra que acumulaba polvo en el fondo del armario y se echa a la calle para conseguir salir adelante. Él cantaba con la voz de aquel que no tiene verguenza porque hasta esa la ha empeñado.

Y allí se quedó, mientras yo me iba a casa.

Y aunque mi imaginación había recreado en mi cabeza aquella escena típica de cuento de navidad, y con la duda de si esa historía pudiera ser verdad, salí del metro, sonriendo, tarareando su canción.

Hay que joderse qué tonto es todo algunas veces.

Mañanas como hoy

Quiero más mañanas como hoy:

  • He venido escuchando a Queen. Para ser exacto el ‘Greatest Hits II’ (¡aanderr pressaa!).
  • He encontrado sitio en el Metro.
  • Zumo de piña-uva y pan de leche sabor yogur para desayunar
  • Me he instalado un monitor nuevo que llevaba varios dias esperandome junto a la mesa. Y yo sin acordarme!
  • Y Daniel de la Rica me regala el disco ‘Raro’ de ‘Cuarteto de Nos’.

Por favor, que no den las doce.

El presagio de los viejos se cumplió

Vencidos hoy por nuestra inmadurez
Por nuestra juventud y nuestras ansias de saber
No volverán las tardes en aquel café
Queríamos ser tan diferentes a los demás.

Supongo que el presagio de los viejos se cumplió
Y sin saber por qué el tiempo con nosotros acabó.

[…]

El barrio se apagó, pues nunca más nos oirá reir.

Nuestra amistad papel envejecido que el tiempo quemó
Se olvidará, pues el viento sus cenizas esparció

Y me inquieto siempre a base de pensar
Que por más vueltas que le dé en la vida, nada nunca será igual.
Y que la flor de nuestros años de amistad se marchitó y aunque jamás volvió a brotar…

Yo echo de menos nuestras risas que aún a veces logro recordar.

[…]

“Vencidos por el tiempo” de La Caja de Pandora.

El pisito

Ya tenemos las llaves! Hemos estado allí y es increible.

Crecer

El sábado se casaron Bárbara y Gustavo, y fue una de esas bodas que uno está deseando ir. Ha sido la primera boda entre los amigos de la sierra y, sin duda, ha sido un hecho significativo. No sé cuanto de punto de inflexión supondrá esto para nuestras vidas, pero estoy seguro que a más de uno la emoción de estos días le habrá superado.

Hace bastante tiempo que le vengo dando vueltas a la idea de las infinitas responsabilidades que poco a poco nos van llegando cuando crecemos. Estoy seguro que es algo natural como la vida misma, pero no por ello deja de ser algo enormemente duro de asimilar.

Para mi, más que nunca, este ha sido un año complicado. Un año de mostrar la parte más sensata, más madura, de tener que mantener la calma en todo momento, de tener el pulso firme y de tomar decisiones difíciles. Lo he intentado, aunque no siempre lo haya conseguido.

Sin duda es cómo si la madurez, la madurez real no la de la que hablan en las teleseries, nos hubiera alcanzado. Como el rayo de sol que entra por la ventana y que por mucho que eches la persiana siempre se cuela por alguna rendija.

Pienso y vuelvo a pensar sobre los tiempos en los que éramos sólo chicos buscando diversión que no se cansaban nunca de jugar, como en la canción de La Granja. Tiempos de patio de colegio, tiempos de hacer de portero en el poli, tiempos de hacer botellón y cantar todos abrazados.

Pero la madurez nos alcanzó, trayendo un significado distinto al que todos imaginábamos. La madurez no significaba sólo trabajar y ganar un sueldo para gastarlo en cosas chulas, ni tener una casa para independizarse y dar fiestas, ni siquiera encontrar el amor de tu vida. La madurez también significaba momentos menos alegres, difíciles. Amarguras a traición.

Y entonces de repente te encuentras con una foto de hace veinte años, y te das cuenta que tus amigos han crecido. Que sus hermanos han crecido. Que la gente a tu alrededor a crecido. Y que tú también has crecido.

La rutina, el día a día, nos vuelve autómatas.

Por eso, días como el de ayer te devuelven a los tiempos de juntarse en un banco a contar chistes hasta las dos de la noche. De cantar juntos la misma canción. De abrazarte sintiendo que la madurez no ha llegado todavía.

Emoción

Emoción es que la madrugada te alcance en la fiesta de la boda de un amigo de la infancia y que, con ojos vidriosos, recuerdes junto con él que hace casi 20 años atrás muchos de los asitentes daban patadas a una pelota. Las únicas preocupaciones eran pensar si el bocadillo sería de nocilla negra o nocilla blanca.

Y sorprenderse con alegre nostalgia de cómo todos hemos crecido.

Alegría

Alegría es que un amigo, al que además hace varios meses que no ves, te diga que entró a Google a buscar información y al mirar los resultados se encuentra entre los primeros puestos con mi blog. Resulta que yo había escrito sobre el tema que a él le interesaba.

Eso es lo que se llama poder de marca, a nivel micro, por supuesto.

Satisfacción

Satisfacción es armarte de valor, coger la caja de herramientas y pasarte toda una tarde haciendo esas molestas tareas de brico-hogar. Y al terminar sentarte en el sofá y pensar: he vencido!

Qué bien se siente uno!, aunque todavía queden cisternas goteando por arreglar.

Volver al colegio

Seguro que las siguientes fotografías despertarán emociones antiguas en alguno de mis «lectores habituales».

El viernes pasado volví a mi colegio, el Colegio San Viator de Madrid, donde pasé doce años. Como más de una vez he contado, fueron tiempos inolvidables.

Tengo la suerte de poder volver de vez en cuando ya que mi hermana sigue estudiando allí. Es alucinante pasearse y revivir el pasado. Cada grieta en el suelo del patio, cada desconchón en la pared, son las arrugas y las heridas de un pasado vivo. Conservan el sabor de las miles de historias de los miles de niños que por allí corrieron.

Y desde el hall principal miré por la ventana y me quedé observando el patio de los mayores, iluminado con sol de fin de curso. Dani, Carlos, Sergio, e incluso Victor, podrían contaros sin miedo a equivocarse que uno de mis grandes sueños mientras estudíe allí fue poder pintar un trozo del muro de los ‘grafitis por la paz’. Lástima.

Son demasiados los recreos vividos como para ponerme a contarlos. No sabría por dónde empezar. De momento me conformo con verlos y re-verlos dentro de mi cabeza cómo si de una película de mediodía se tratara. Quizá algún día haga mi propio «Paracuellos».

El patio de ‘los mayores’. [Leer su historia]

El muro de los ‘grafitis por la paz’. [Leer su historia]

El primer tramo de la cuesta que sube a ‘la montaña’. [Leer su historia]

La cuestecita de cemento en la que tantos pantalones rompí, y al fondo, la entrada a ‘la montaña’. [Leer su historia]

La pared de hormigón en el patio de ‘los pequeños’. [Leer su historia]

Patio de colegio

Ayer me terminé «Paracuellos», el tebeo de Carlos Gimenez.

Todas estas historias sobre niños con el pelo cortado a tazón, de meriendas, de indos y vaqueros, de pelotas que se van más allá de la tapia… me han hecho acordarme de aquellos tiempos.

La verdad es que, visto con perspectiva, la vida en mi colegio no se puede decir que fuera una «aventura» muy cinematografiable. Sin embargo, a esa edad, todo se vive con mucha intensidad: cualquier problema trivial se convertía en un gran drama, y los éxitos y pequeñas metas generaban ecos que llegaban hasta las antípodas.

Fueron tiempos de recreos, de timbres que marcaban las horas, de pantalones rotos de tirarnos por la cuesta, de bocadillos de Nocilla, de Espinete y Barrio sésamo, de hacer multiplicaciones de 8 cifras, de escapar de exámenes sorpresa, de temer ser castigados con ir a las 8 de la mañana y de correr gritando sin saber porqué pero no parar.

Sin duda se me han venido a la mente antiguas emociones. Qué tiempos tan felices!

El fútbol es un estado de ánimo, 5ª parte


En cuestión de pocas horas he pasado por muchos estados de ánimo. Mi vida sigue siendo esa montaña rusa que baja y sube a la misma velocidad. Pero para rematar el día: Real Madrid 4 – Real C.D. Español 3.

Estoy disfrutando del fútbol como hace algunos años no lo hacía.

Disfrutando

Ha sido un fin de semana estupendo, desde el viernes por la tarde hasta la última hora del domingo.

Será que cumplí 27 años, será por los mensajes que recibí, será por la gente que se acordó de mí, serán los magníficos regalos que me han dado, será por los deliciosos y ricos platos que he saboreado en las diversas comidas-cenas, será por la gente con la que he pasado estos días, será por el buen tiempo, será porque es día de la madre y también día del niño, será por la victoria del Madrid… he DISFRUTADO.

Sólo puedo decir GRACIAS.

Ya llegó la primavera

Signos inequívocos de que ha llegado la primavera:

  • Las guiris lucen sus pieles rosas en minifalda y con chancletas por la Gran Vía.
  • En el metro hace calor y la calefacción sigue puesta.
  • La gente sale de los portales con sonrisa estupida.

Hombres de cristal

Eres jóven y te ves fuerte. Nadie puede pararte.

Pero a poco que te pongas a pensar te das cuenta: el hombre está hecho de cristal. Somos frágiles.

Un constipado, una gripe, un resbalón en una escalera, un trozo de carne mal masticado, un dolor de muelas, una enfermedad a contrapié, un camión que no frena a tiempo… y todo cambia.
Somos hombres de cristal.

Experimento Caleidoscopia: Mi día en 5 fotos

Esta mañana, al salir del portal, me he dado cuenta que era un buen día para… ¡tan ta ta chan! El primer Experimento Caleidoscopia: «Mí día en 5 fotos».

Os dejo un día cualquiera de mi vida resumido en 5 fotos. Fotos sin photoshop, directas, sin pensar mucho. No pretenden ser las mejores ni las más artísticas. Sólo son fotos de un día cualquiera.

  • El sol sale por la Avenida de Oporto (8:52h)

  • Edificio Princesa 41. El futuro ya pasó por aquí. (9:24h)

  • El metro se para en Carpetana. Viene y se vá. Viene y se vá. Me voy. ¿Sabotaje? (19:19h)

  • Anne, la musa de Marina D’Or. (19:31)

  • Orse (Dale a la cosa) me ha traído Queso con comino y stroopwafflwes de Amsterdam. Ummm… waffles. (20:44h)

Bueno, sin querer hacer cadena me gustaría invitaros a todos a experimentar, a coger un día cualquiera y resumirlo en 5 imágenes. Y como si esto fuera lomografía: no pienses, dispara.

Eso sí, avisarme qué tal os ha ido.

Siesta

Siesta a media tarde + transistor con Carrusel = Placer de los domingos.

Y si es con partidos como este, más.

Receta para un buen fin de semana

  • Un grupo de 9 amigos y amigas.
  • Una casa rural de dos plantas a no más de dos horas de viaje.
  • Una barbacoa con solecito de primavera.
  • Miles de litros de sangría y algo de alcohol duro.
  • Tortitas para desayunar, browny para cenar.
  • Cumpleañeras y regalos.
  • Algo de música de pachanguilla.
  • El ‘Singstar’ y sus micrófonos.
  • El ‘Rayman Rabbids’ y los wiimotes.
  • El ‘Dance Dance Revolution’ y sus alfombrillas.
  • Una peli de Andrés Pajares.
  • Un dado.
  • Miles de flashes y miles de fotos. Y algún vídeo.
  • Un pájaro cuco, un gato, un gallo, una vaca y el lechero.

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