Lejos pero cerca

Hace unos días Nau me contó una idea para un regalo de navidad que me dejó asombrado a la vez que me ha devuelto la fé en el uso humano de la tecnología: un amigo mutuo ha comprado un marco digital para regalarlo a sus padres. No revelaré su nombre porque, aunque dudo que los regalados lean este blog, no quiero destrozar la sorpresa a nadie.

El marco digital es un marco como cualquier otro marco digital de los muchos existentes en el mercado, salvo por una cuestión: es wifi. ¿Y esto para qué vale? Pues permite al marco actualizar sus fotos automáticamente conectandose a álbumes digitales, como flickr por ejemplo. Pero además te permite enviarle fotos a tavés de email. Es decir, que el marco es autosuficiente: sólo tienes que decirle el lugar donde debe coger las fotos y él las muestra.

¿Dónde está la gracia del regalo? Resulta que nuestro conocido común vive a un par de miles de kilómetros de sus padres y, salvo algún viaje breve a lo largo del año, apenas se ven. Así que nuestro amigo ha decidido regalarles este marco digtal para que sus padres lo pongan en casa y él, con frecuencia, pueda hacerles llegar fotos suyas para estar un poquitín más cerca de ellos y le vean día a día. Así, por ejemplo, nuestro amigo podría sacar su inteligentísimo iphone, hacer una foto de algún momento interesante que le haya sucedido a lo largo del día, y en apenas unos segundos sus padres podrán verle sin moverse del sofá.

¿No es una idea genial? ¿No se os ablanda un poquito el corazón y se os escapa una lagrimilla pensando en esos padres viendo a su pequeño crecer poco a poco aunque esté a varias horas de vuelo? En fin, que aquí sí que vale eso de: «Marco digital wifi: 300€. Hacer felices a tus padres: no tiene precio».

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