Música en la calle

Los Teoporos‘ son la banda de música de la Facultad de Medicina de Bordeaux. La otra noche me los encontré en Barcelona, tocando frente al Maremagnum para sacarse unas pelillas.

Es una orquesta de instrumentos de viento (no sé si esto tiene un nombre más académico) y tocan canciones clásicas pero a un ritmo endiablado. Además bailan y actúan, eso sí sin soltar sus intrumentos.

En su repertorio también hay guiños al público con canciones de Michael Jackson o bandas sonoras de cine y televisión, como la de Hawaii 5.0..

Desde luego ‘Los Teoporos’ no son una banda típica. En su página web podéis ver sus vídeos, fotos, calendario de actuaciones e incluso descargar uno de sus discos. Por la patilla y libre de derechos, por supuesto.

Diario de un madrileño en Barcelona, II edición

Estos días he tenido la suerte de volver a Barcelona. Aunque he ido por temas de trabajo siempre queda algún hueco para dar una vuelta.

Barcelona es una ciudad llena de cosas bonitas. Paseas con la continua sensación de que en la siguiente esquina vas a encontrar algo interesante: un letrero, un escaparate, una fachada, un portal, una imagen, un objeto… Y así es.

Barcelona parece haberse detenido en el 1900, cuando se convirtió en uno de los principales focos europeos donde el modernismo tomo cuerpo. Y aunque han pasado más de cien años, el espíritu se mantiene.

Y como en aquella primera edición de aquel Diario de un madrileño en Barcelona, os listo algunos de los lugares que he visitado en este viaje.

  • El Mercado de la Boquería, y sus colores.
  • El Maremagnum, y su puerto con su mar y sus barquitos.
  • La Fonda, y sus pulpitos encebollados.
  • El Comerç24, y sus tapas de diseño.

A ver si en los próximos días me da tiempo a comentar alguno de ellos en detalle. Por ahora os dejo un enlace a las fotos.

La noche en blanco en blanco

Pues sí. Y mira que me apetecía bastante ir a esta segunda edición de ‘La noche en blanco‘. Y mira que preparé la cámara deseando hacer cientos de fotos. Y mira que me propuse dejar el coche en casa para no tener que quedarme en una sola zona.

Pero nada. Hay días, y noches, que las cosas no van. Y la Ley de Murphy siempre aparece para cumplir todos sus enunciados.

Salimos tarde de casa por la inesperada reunión de vecinos, que además no fue nada agradable, y sabiendo que a la mañana siguiente había que madrugar para la segunda parte.

La lluvia nos obligó a ir de bar en bar, tratando de resguardar nuestros traseros. Y por desgracia ‘la noche en blanco’ se convirtió en ‘la noche del mal servicio’: tuvimos problemas con todos y cada uno de los camareros.

Así que tras perder casi tres horas para poder tomarnos unas croquetas y unas hamburguesas, y con el mosqueo consecuente, tratamos de ir a alguna de las pocas actividades que ya quedaban abiertas.

Eso sí, de esas en las que no hay que esperar colas kilométricas.

Lamentablemente, y para redondear la fabulosa velada, perdimos otras dos horas tratando de coger un autobus.

Pero no nos volvimos sólos, no, sino que nos trajimos de recuerdo unos fabulosos resfriados.

A ver si en la próxima edición tenemos más suerte.

Raro

La semana pasada cayó en mis manos (Gracias, Dani) el disco «Raro» del grupo uruguayo Cuarteto de Nos, y todavía no sé cómo hacer para sacar las canciones de mi cabeza.

Disco muy recomendable.

Virgen de la Palma

Otra de las historias que más me han sorprendido este verano es la de la Virgen de la Palma.

En el 1755 un espectacular terremoto ocurrió frente a las costas de Lisboa. Alcanzó un 8,7 en la escala de Ritcher y hubo destrozos en toda la península ibérica. Toda la costa atlántica sufrió mucho y 250 años después aún se recuerda como uno de los más devastadores de la historia.

Volvemos a Cadiz. Aquel día, poco después de amanecer, un tsunami barría el litoral. El agua empezaba a entrar en la ciudad destruyendo todo a su paso. En ese momento, y según describe la placa situada allí, un fervoroso sacerdote cogió la imagen de la Virgen, salió a la calle y le ordenó al mar que se detuviera.

Y el mar se detuvo.

En Semana Santa el gaditano barrio de La Viña acude todos los años a cantarle a su virgen en el mismo lugar donde se obró el milagro, pocos metros delante de la Iglesia.

Cromwell y la Wikipedia os cuentan con más detalle aquel seismo.

Ahora mismo

Estoy alucinado con este formulario de contacto de Digital Plus. Introduces tu número y según le das al ‘enter’ ya esta sonando tu teléfono. Y ojo, que no es una máquina, sino un agente el servicio de atención al cliente en persona.

Prometido, hasta dos veces he tenido que usarlo y es inmediato. Podéis probarlo aquí, pulsando en «Pulsa y te llamamos». Eso sí, por la noche descansan.

Adicción

Lo confieso: estoy tremendamente enganchado a «Sé lo que hicisteis…«.

Os dejo dos de los mejores momentos que han tenido en las últimas semanas:

Vivir en un castillo

Que levanten la mano todos aquellos que vivan en un castillo. ¿Nadie? Bueno pues, salvo que haya en la sala algún familiar de la Cenicienta, me temo que seré yo el que dé un paso adelante.

Vale, yo no vivo en un castillo pero mi abuela sí vivió en un castillo. Para ser exactos vivió en el Castillo de Santa Catalina, en el mismo casco histórico de Cádiz.

Mi bisabuela era la regenta de la cantina del castillo y mi abuela y sus dos hermanas vivieron allí en el periodo entre la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil Española. Durate aquellos años el castillo fortaleza de Santa Catalina era utilizado como cárcel política. Allí vivieron el encacelamiento de Sanjurjo y de Varela. Incluso mi tía abuela llegó a ser tan amiga del hijo del General Sanjurjo que el Diario de Cádiz inmortalizó a los dos niños en una foto abrazados entre lágimas el día de su liberación. Jesús Nuñez cuenta con detalle esta etapa en un artículo.

Mi abuela recuerda con mucho cariño aquellos años, por eso la parada en el castillo era obligatoria durante mis vaciones en la costa gaditana. Momento que también aproveché para ver a la parte de nuestra familia que vive allí.

Las obras de restauración iniciaron en 1990, y aún continuan, pero el castillo está abierto al público. Podría contaros muchas cosas de Santa Catalina: su impresionante silueta en forma de estrella, su ubicación estratégica entre las rocas, las vistas que hay de la Playa de la Caleta, la pasarela al Castillo de San Sebastián… Pero eso dejo que lo descubráis vosotros.

Yo sólo quería decir, muy orgulloso, que mi abuela vivió en un Castillo. Y también que estos días estamos disfrutamos mucho todos juntos viendo las fotos.

Y volver

Ya estoy de vuelta.

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