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Es el color Pantone de la piel de Los Simpsons.

Más pantones simpsonianos.

Crecer

El sábado se casaron Bárbara y Gustavo, y fue una de esas bodas que uno está deseando ir. Ha sido la primera boda entre los amigos de la sierra y, sin duda, ha sido un hecho significativo. No sé cuanto de punto de inflexión supondrá esto para nuestras vidas, pero estoy seguro que a más de uno la emoción de estos días le habrá superado.

Hace bastante tiempo que le vengo dando vueltas a la idea de las infinitas responsabilidades que poco a poco nos van llegando cuando crecemos. Estoy seguro que es algo natural como la vida misma, pero no por ello deja de ser algo enormemente duro de asimilar.

Para mi, más que nunca, este ha sido un año complicado. Un año de mostrar la parte más sensata, más madura, de tener que mantener la calma en todo momento, de tener el pulso firme y de tomar decisiones difíciles. Lo he intentado, aunque no siempre lo haya conseguido.

Sin duda es cómo si la madurez, la madurez real no la de la que hablan en las teleseries, nos hubiera alcanzado. Como el rayo de sol que entra por la ventana y que por mucho que eches la persiana siempre se cuela por alguna rendija.

Pienso y vuelvo a pensar sobre los tiempos en los que éramos sólo chicos buscando diversión que no se cansaban nunca de jugar, como en la canción de La Granja. Tiempos de patio de colegio, tiempos de hacer de portero en el poli, tiempos de hacer botellón y cantar todos abrazados.

Pero la madurez nos alcanzó, trayendo un significado distinto al que todos imaginábamos. La madurez no significaba sólo trabajar y ganar un sueldo para gastarlo en cosas chulas, ni tener una casa para independizarse y dar fiestas, ni siquiera encontrar el amor de tu vida. La madurez también significaba momentos menos alegres, difíciles. Amarguras a traición.

Y entonces de repente te encuentras con una foto de hace veinte años, y te das cuenta que tus amigos han crecido. Que sus hermanos han crecido. Que la gente a tu alrededor a crecido. Y que tú también has crecido.

La rutina, el día a día, nos vuelve autómatas.

Por eso, días como el de ayer te devuelven a los tiempos de juntarse en un banco a contar chistes hasta las dos de la noche. De cantar juntos la misma canción. De abrazarte sintiendo que la madurez no ha llegado todavía.

Emoción

Emoción es que la madrugada te alcance en la fiesta de la boda de un amigo de la infancia y que, con ojos vidriosos, recuerdes junto con él que hace casi 20 años atrás muchos de los asitentes daban patadas a una pelota. Las únicas preocupaciones eran pensar si el bocadillo sería de nocilla negra o nocilla blanca.

Y sorprenderse con alegre nostalgia de cómo todos hemos crecido.

Alegría

Alegría es que un amigo, al que además hace varios meses que no ves, te diga que entró a Google a buscar información y al mirar los resultados se encuentra entre los primeros puestos con mi blog. Resulta que yo había escrito sobre el tema que a él le interesaba.

Eso es lo que se llama poder de marca, a nivel micro, por supuesto.

Satisfacción

Satisfacción es armarte de valor, coger la caja de herramientas y pasarte toda una tarde haciendo esas molestas tareas de brico-hogar. Y al terminar sentarte en el sofá y pensar: he vencido!

Qué bien se siente uno!, aunque todavía queden cisternas goteando por arreglar.

Reconocimiento

Me gusta mucho ver cuando alguien cercano consigue un éxito.

En esta ocasión tengo que felicitar a Ángel (Panzeta) y a Dani (Metadata), que el finde pasado fueron los ganadores en el Hack Day, encuentro para desarrolladores celebrado en Londres. Presentaron una aplicación para móviles que permite localizar viviendas en alquiler o venta cercanas al lugar donde te encuentres. Humberto lo explica más detallado.

Y por otro lado, Roberto ha salido en las noticias (otra vez). En esta ocasión por su anuncio para el Festival de Sitges, que está expuesto en el Reina Sofía junto con otros anuncios considerados «obras de arte». Pero, igualmente, será mejor ver el vídeo.

Enhorabuena a los tres.

Cuánto estás dispuesto a pagar por descargar música

Pues como bien resume Tania:

  • Una canción 0,30€ – 1,45€ (0,99€ – 1,20€ iTunes)
  • Un álbum 2,00€ – 2,50€ (12€-18€ iTunes)
  • Una película 2,25€ – 2,75€ (3€ -17€ PixBox)

Todo esto os lo cuento porque ya ha salido el segundo informe dnx Trends: «Desafíos para el Copyright: Música y cine en la era digital». Como os conté hace un par de meses, los «dnx Trends» son informes que relizamos en mi empresa y que pretenden tratar algún aspecto de actualidad dentro de la cultura digital. En esta ocasión se ha analizado el tema del pago por descarga, el estado de los derechos de autor en internet y los hábitos de descarga de los españoles.

Podéis descargar el informe completo en PDF aquí [1,7 MB].

Como el anterior, este está hecho con todo el cariño y amor por el equipo de investigación de dnx. A ver con qué nos sorprenden la próxima vez.

Música en otros soportes

Allá por finales de 2004, Robbie Williams puso a la venta su disco de grandes éxitos en formato tarjeta de memoria SD. Más tarde se han editado series o películas en este formato, con clara intención de atacar el mercado móvil, pero parece que el éxito ha sido más bien bajo.

Pues ahora, dándole una vuelta más a la tortilla, nos llega esta iniciativa de los siempre extraños (en el mejor de los sentidos) White Stripes, que han decidido poner a la venta su disco en formato pendrive. Son ediciones limitadas (3.333 de cada uno) de pendrives que representan a Jack y a Meg, a 99 dólares la pareja.

Por cierto, que los pendrives son bastante parecidos a los pens personalizables de Mimoco. Me pregunto si habrán tenido algo que ver. Seguro que sí.

El fútbol es un estado de ánimo, 6ª parte

Real Madrid 3 – RCD Mallorca 1. Campeones!

Combates famosiles

¿Os imagináis un «Celebrity Deathmatch» a la española? Yo llevo algunos días recreando esos combates en mi cabeza. A ver si alguien se anima a hacerlos.

Os dejo algunos enfrentamientos que me resultarían interesantes:

  • Joaquín Sabina vs Javier Sardá.
  • Ruiz Gallardon vs Esperanza Aguirre.
  • Victoria Beckham vs Ana Obregón.
  • Los Estopa vs Melendi.
  • Georgi Dann vs King África.
  • Un royal rumble con tertulianos del «Allá tú», «Salsa Rosa», «El tomate», etc.

Y estoy seguro que algunos de mis compañeros de curro disfrutarían con un Andrés Calamaro vs Joan Manuel Serrat.

La Noche de la Fotografía

Con motivo de la celebración de la décima edición de PhotoEspaña tuvo lugar ayer en Madrid un maratón fotográfico. Los participantes se incribián a las 18h en la Plaza de Colón y luego tenían que pasar por tres puntos de control situados en la zona de Paseo del Prado, Centro y Chueca, para finalmente acabar en la Plaza del Ángel, junto a Santa Ana.

Era divertido ver a cientos de fotografos ataviados con dorsal y pañuelo amarillo identificativo del maratón paseando por el centro de Madrid y disparando fotos como locos.

Eso sí, el maratón no estuvo exento de los típicos problemas de estos eventos, como las colas de horas de espera en los puntos de entrega. Y eso que fuimos muchos, pero sin duda menos de los que esperaba la organización (yo calculo que apenas fuimos unos 700).

Y como en todos los concursos en los que hay jurado, sea cual sea la temática, su decisión nunca coincide con la del público. En este caso estoy con el público. De las cuatro finalistas elegieron la menos atractiva. A ver si cuelgan la foto ganadora y os la enlazo.

Yo no hice grandes tomas y la caza fue algo pobre, pero aún así he salvado alguna. Aparte de las dos que os enseño, podéis ver algunas aquí.

Volver al colegio

Seguro que las siguientes fotografías despertarán emociones antiguas en alguno de mis «lectores habituales».

El viernes pasado volví a mi colegio, el Colegio San Viator de Madrid, donde pasé doce años. Como más de una vez he contado, fueron tiempos inolvidables.

Tengo la suerte de poder volver de vez en cuando ya que mi hermana sigue estudiando allí. Es alucinante pasearse y revivir el pasado. Cada grieta en el suelo del patio, cada desconchón en la pared, son las arrugas y las heridas de un pasado vivo. Conservan el sabor de las miles de historias de los miles de niños que por allí corrieron.

Y desde el hall principal miré por la ventana y me quedé observando el patio de los mayores, iluminado con sol de fin de curso. Dani, Carlos, Sergio, e incluso Victor, podrían contaros sin miedo a equivocarse que uno de mis grandes sueños mientras estudíe allí fue poder pintar un trozo del muro de los ‘grafitis por la paz’. Lástima.

Son demasiados los recreos vividos como para ponerme a contarlos. No sabría por dónde empezar. De momento me conformo con verlos y re-verlos dentro de mi cabeza cómo si de una película de mediodía se tratara. Quizá algún día haga mi propio «Paracuellos».

El patio de ‘los mayores’. [Leer su historia]

El muro de los ‘grafitis por la paz’. [Leer su historia]

El primer tramo de la cuesta que sube a ‘la montaña’. [Leer su historia]

La cuestecita de cemento en la que tantos pantalones rompí, y al fondo, la entrada a ‘la montaña’. [Leer su historia]

La pared de hormigón en el patio de ‘los pequeños’. [Leer su historia]

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