Guerra al tabaco

Siempre he estado en contra del tabaco y de algunos fumadores irreflexivos. Pero desde hace algunos meses me he pasado al sector duro y le he declarado la guerra al tabaco.

Ayer leía las declaraciones desafortunadas de los hosteleros sobre la llegada de la “ley antitabaco”. Y para rematar la jugada, les vi haciendo el gilipollas durante la manifestación, teatro de comedia con un tema que no tiene ni gota de gracia.

Si la queja de estos impresentables es pedir una moratoria para que no les multen por no tener sus locales acondicionados en 2006, estoy de acuerdo con ellos. Tal vez se debería haber dado un mayor margen para realizar obras y demás adaptaciones. Pero es necesario, muy necesario, que esta ley salga adelante.

Pero si están tratando de mantener la venta y el consumo de tabaco, están perdiendo todo mi respeto. ¿Acaso los chapistas salen a protestar porque se instalen más radares y controles de alcoholemia? ¿Sería de risa, verdad? Siento la perdida de miles de millones, pero no hay derecho a que los no fumadores tengamos que tragarnos el humo de aquellos que se niegan a admitir que el tabaco es «perjudicial para la salud».

Los gobiernos, principales responsables de que el consumo siga existiendo, no tienen valor para prohibir la venta de tabaco. Ojala nuestro ‘progresista’ presidente sea el primero en dar este paso. Si yo estuviera sentado en su sillón, ya lo hubiera hecho.

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