Patio de colegio

Ayer me terminé «Paracuellos», el tebeo de Carlos Gimenez.

Todas estas historias sobre niños con el pelo cortado a tazón, de meriendas, de indos y vaqueros, de pelotas que se van más allá de la tapia… me han hecho acordarme de aquellos tiempos.

La verdad es que, visto con perspectiva, la vida en mi colegio no se puede decir que fuera una «aventura» muy cinematografiable. Sin embargo, a esa edad, todo se vive con mucha intensidad: cualquier problema trivial se convertía en un gran drama, y los éxitos y pequeñas metas generaban ecos que llegaban hasta las antípodas.

Fueron tiempos de recreos, de timbres que marcaban las horas, de pantalones rotos de tirarnos por la cuesta, de bocadillos de Nocilla, de Espinete y Barrio sésamo, de hacer multiplicaciones de 8 cifras, de escapar de exámenes sorpresa, de temer ser castigados con ir a las 8 de la mañana y de correr gritando sin saber porqué pero no parar.

Sin duda se me han venido a la mente antiguas emociones. Qué tiempos tan felices!

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  1. […] No por devolverme a un patio de colegio como decía ayer, sino por todas esas escenas de miseria, de sufrimiento, de violencia sin sentido. Esto me había pasado anteriormente con “Maus“, otro de los clásicos del comic internacional que describe la vida de una familia de judíos durante el holocausto. […]

    Pingback por Caleidoscopia » Blog Archive » Pararse a pensar — 19 mayo 2007 #

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